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Minipost: días_de_lluvia – cocinar con niños

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Hace un par de meses me encontré con esta entrada del blog Pequefelicidad, en la que nos anima a hacer cookies de chocolate con nuestros peques. Me pareció una buena idea para un día de lluvia y decidí probarlo con Antek.

No os voy a mentir, Antek no participó mucho en lo que fue la elaboración de las galletas en sí, pero sí se lo pasó pipa y luego las galletas le encantaron (¡a quién no!) 

Como no tenemos una torre de aprendizaje, que por lo visto es como se llama lo que se puede usar para que los niños nos ayuden en la cocina de una forma segura (y son carísimas) lo puse en una silla, en una esquina, y luego puse el respaldo de otra silla de modo que tuviese «paredes» por todas partes. Además, yo estaba a su lado todo el tiempo.

Al final lo que pasó fue que Tata hizo las galletas, yo hice fotos y vídeos y Antek jugó a los trasvases: concretamente pasaba de un recipiente a otro un poquito de harina que había quedado en uno de los recipientes. Para él esto fue divertidísimo, y eso que era tan poca harina que yo pensaba que en cualquier momento se le iba a acabar (porque le caía mucha por fuera). Pero no, estuvo un buen rato pasando la harina del cazo al vaso de medidas, y de ahí a un vaso de chupito (que por si alguien se pregunta, estaba ahí porque antes de empezar preparé todos los ingredientes, en las cantidades adecuadas, y en el vaso de chupito puse la levadura en polvo).

Creo que si no fuera porque nos daba un poco de miedo o de respeto que probara el huevo crudo le hubiéramos dejado hacer mucho más, pero como todavía estaba (y sigue estando) en esa etapa en la que todo lo quiere «degustar»… Pues nada, al final Tata se divirtió haciendo galletas y Antek trasvasando harina. 




NOTA: No recomiendo el trasvase de harina, el contacto con harina y su aspiración puede provocar un tipo de asma que creo que llaman asma de los panaderos (evidentemente tiene un nombre más científico que no recuerdo). Supongo que tendría que estar en más contacto y tal, pero teniendo en cuenta que se lo pasan bien con trasvases de cualquier otro alimento, casi mejor darles arroz o pasta cruda que harina. (Evidentemente, siempre con supervisión, que tampoco es bueno que coman estas otras cosas crudas…)

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"¿Todavía le das la teta?"

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(Ante todo quiero que queden claras tres cosas: 1. que no escribo este post con mala leche, ni enfadada ni con ganas de ofender a quienes me hacen esta pregunta -con palabras o sin ellas-; 2. que del mismo modo que quiero que se me respete a mí, yo respeto a las madres que toman la decisión de darle el biberón a sus hijos y creo que son tan buenas madres como las que dan la teta -mi opinión sobre qué nos hace buenas madres y por qué no debemos criticarnos unas a otras, sino respetarnos, la tienes aquí-; 3. que no es un texto argumentativo, no pretendo convencer a nadie de que haga lo mismo que yo, solo explicar por qué yo lo hago y, si queréis entenderme, bien, y si no, al menos respetar una decisión que ha sido tomada de manera consciente. Nadie me ha lavado el cerebro y me ha convertido en una fanática extremista de la teta.)





A menudo me encuentro con esta pregunta. No siempre formulada de esta manera, no siempre formulada (a veces se ve en la cara de sorpresa cuando sacas la teta o haces mención al hecho de que aún la toma). Supongo que mucha gente se pregunta por qué. Yo también tengo una pregunta: ¿por qué no? Sigue leyendo «"¿Todavía le das la teta?"»

Comida · notengotiempoparacocinar

Minipost: notengotiempoparacocinar – ¿qué hacer de comer con un niño terremoto?

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Hay días en los que no eres capaz de cocinar, porque tu hijo está constantemente haciendo cosas peligrosas (como intentar escalar una estantería) o quiere que lo cojas seguido en brazos. Entonces hay que pensar en algo rápido. Comidas rápidas para estos casos pueden ser, por ejemplo, ese tipo de comidas en las que lo único que haces es echar todo en una misma olla. Yo a veces tengo que hacer así porque, aunque Antek suele ser tranquilo, también hay días/semanas de esas.

Hoy os presento rápidamente una comida que hice precisamente uno de esos días. No añado la receta porque no hace falta 😉

Sigue leyendo «Minipost: notengotiempoparacocinar – ¿qué hacer de comer con un niño terremoto?»

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Minipost: yo_juego_sin_juguetes – jugando con una caja

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Hoy nos lo pasamos pipa jugando con una caja. Antek se meaba de la risa con cosas súper simples y yo me meaba de la risa con su risa.

Todo empezó como empieza siempre con la caja (la tenemos desde hace cuatro meses), metiéndose dentro de ella. 


Entonces, se me ocurrió coger su pelota y tirarla dentro de la caja, con él dentro, para encestar. Se meaba de la risa cada vez que lo hacía y me la pasaba diciendo «isiá» (que es «jeszcze raz», es decir, otra vez).

Más tarde, yo cogí la caja y me la metí en la cabeza y dije «mamá no está», él se acercó y mientras la levantaba yo decía «¡aquí estoy!» y otra vez se meaba de la risa. Luego nos metíamos los dos: «Antek y mama no están – ¡Aquí están!». Otra vez se meaba de la risa. Lo repetimos varias veces y todas se partía.

El fondo de la caja se abrió (ninguna sorpresa) y pusimos la caja boca abajo. Antek metía la pelota dentro y cerraba la caja otra vez y decía «aca» (no está, «aca» es de «acabouse», pero también lo utiliza para decir cosas como «no está», «no hay», etc.) Cuando abría la caja con un «tachán» también estaba todo contento. En un momento en que se despistó cogí la pelota y la escondí detrás de mí. No podía encontrarla y buscó en mi camiseta, jajaja. Se acercó y me la estiró para ver si la pelota estaba dentro. Aquí fui yo la que me meé de la risa. Entonces dijo «ababa» (ombligo) y le pregunté si creía que la pelota estaba en mi ombligo y me dice que sí. Jajaja. Se fue a buscar la pelota al recibidor y yo aproveché para ponerla debajo de mi camiseta, en la barriga. Cuando volvió al salón, como me miraba para la cara, ni se daba cuenta de que tenía la pelota en la barriga, debajo de la camiseta, jajaja. Cuando por fin se dió cuenta, sonrió, dijo «papi» (pelota) y vino a cogerla.

Luego, con la caja de lado, metía la pelota desde fuera y «cerraba» la caja (el fondo). Yo tiraba la pelota y la caja se abría de golpe y la pelota pasaba por ella. Otra vez se meaba de la risa. Otra cosa que repetimos numerosas veces y le seguía haciendo muchísima gracia durante mucho tiempo.

Durante el resto del día, varias veces me cogió una teta y dijo «papi», jajajajajajaja. ¡Qué día!

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En casa: jugamos con plastilina casera (DIY)

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Hace un par de meses leí este post de Tigriteando, con una receta para hacer plastilina casera. Ahora, buscando el enlace para poneros en este post, por si os interesaba la receta, me he encontrado con este otro, que es una segunda versión del mismo post con más fotos. Este segundo yo no lo he leído, pero le he echado un vistazo y la receta al menos parece igual. Yo no le eché el cremor tártaro, porque no lo tenía y no me apetecía comprarlo para hacer plastilina casera, y la verdad es que la plastilina ha quedado bien igual (antes de tomar esta decisión también es cierto que vi en los comentarios del post que alguien preguntaba si pasaba nada por no echárselo y la autora decía que no, podéis buscar esta información si queréis estar seguros al 100%). También se puede hacer de colores, pero yo quería hacerla en el momento y no tenía el colorante, así que la dejé «color natural».

No os voy a mentir, hace dos meses, cuando la hice, tuve que guardarla para otra ocasión porque Antek se empeñaba en comerla y lloraba cuando yo no le dejaba. Al ser casera no es tóxica, pero las cantidades de sal que llevan me parecen excesivas y no me apetecía que mi hijo se metiera en la boca semejante cantidad de sal. Una cosa es que no sea tóxica y otra que no me importe que se la coma 😉

Ayer volví a darle una oportunidad a la misma plastilina, que la tenía en un taper. Cogí el taper con algo de miedo de encontrarme la plastilina llena de moho y con un olor asqueroso. Sin embargo, no fue así, ningún olor (ni bueni ni malo) y nada de moho. Estaba húmeda, eso sí, pero lo arreglé añadiendo harina y amasando hasta que tomó otra vez consistencia de plastilina.

Reconozco que mientras amasaba otra vez me dije a mí misma que como no volviese a funcionar y Antek quisiera comérsela otra vez y tuviera que volver a guardarla… iba a ir a la basura hasta que encontrara una para comprarle… No hizo falta, cuando por fin se la enseñé a Antek, aunque dijo «am am» (ñam ñam), no intentó comerla ni una sola vez. Estuvimos jugando muchísimo tiempo con ella (tanto que acabé aburriéndome yo antes que él, por supuesto, jeje). La tocamos, la aplastamos, la separamos, la cortamos (con sus cuchillos de Ikea), hicimos bolitas (las hacía yo, a veces yo sola, a veces usando una de sus manos), gusanos (también los hacía yo), le hice una pulsera, un caracol… De todos modos, no era necesario que yo hiciera nada, Antek estaba muy contento antes de que yo empezara a hacer nada con la plastilina: la aplastaba, la cambiaba de sitio, cogió un trozo de manzana que tenía para comer y lo puso encima, como si quisiera hacer un pastel, metió trozos de plastilina en el taper de la manzana… La verdad es que dio mucho juego, así que la puedo recomendar para días de lluvia o, simplemente, para días/momentos de estar en casa.


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Hamburguesas de lentejas (BLW)

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Hace un par de meses estuve buscando recetas para hacer lentejas. Era más que nada por variar un poco, porque las lentejas son muy sanas, pero si estás haciendo siempre la misma receta, por muy rica que sea, puede acabar aburriendo. Encontré esta receta de hamburguesa de lentejas y decidí probarla. No os remito a una página en concreto porque hay un montón (basta poner «hamburguesas de lentejas» en google y os salen un montón de recetas) y todas son iguales. Así que ahí va mi aportación, con una receta más igual. Sigue leyendo «Hamburguesas de lentejas (BLW)»

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¿Andandará?

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Pensaba que podía compensar la falta de tiempo para publicar con los miniposts, pero hay temporadas en las que no hay tiempo ni para un simple minipost… 

Este último mes y medio ha sido agotador. Empezó todo antes de irnos a casa de mis padres, una semana antes, con la fiebre de Antek que se negaba a bajar y con unas ronchas en la piel que parecían una reacción alérgica pero que los pediatras se negaban a ver como tal. Ni siquiera sabíamos si íbamos a poder coger el avión, pero al final pudimos (quien fue al final no sintiéndose muy bien fui yo, en vez de Antek).

La primera semana en casa de mis padres fui yo quien estuvo con un resfriado y dolor de garganta. Eso sí, llegamos un domingo y el viernes ya estaba con Antek en urgencias después de una mala noche y tras descubrir que estaba con fiebre otra vez. Nada para lo que hubiera que darle nada más que paracetamol… hasta el lunes, cuando lo llevé porque le habían vuelto a aparecer las ronchas de la piel y la pediatra nos dio antibiótico porque tenía… otitis… Así entramos en la segunda semana.

Después de una semana con bastantes mimos, especialmente al principio, lo cual es normal, porque la otitis duele y los mimos ayudan a llevarla mejor, entramos llenos de optimismo en la tercera y última semana en casa de los abuelos. Todo bien hasta el jueves, que empezamos con una de esas cacas que «se salen» (del pañal) por la mañana, continuamos con vómitos por la noche y finalmente acabamos descubriendo que estábamos con una gripe estomacal que duraría ni más ni menos que una semana (¡la diarrea duró siete días!) y que iba a contagiar a mi madre (¡milagro, a mí no!) Total, que la diarrea empezó en Moaña y terminó ya en Alemania. 


Eso sí, el primer día que Antek hizo caca normal fue el primer día con lagañas de conjuntivitis… Conjuntivitis que cuando quise consultar en el pediatra, para que me diera gotas, resulta que vuelvo a casa sabiendo que no solo tiene conjuntivitis, sino también gripe, que a todo esto me contagia… Una semana con fiebre (yo, Antek superó la gripe bastante rápido), de la cual la mitad más o menos tirada en cama, sin fuerzas para nada…

Conclusión: como veis, la ausencia de posts en mi blog no significa necesariamente algo bueno, como que me lo estoy pasando tan bien que no tengo tiempo para publicar… En este caso ha sido más bien todo lo contrario… (Bueno, ha habido de todo, he estado en casa de los abuelos, aunque desde allí sí publiqué un par de miniposts…) Así que nada, espero publicar mucho en lo que queda de mes (¡y de año!)