Maternidad · Nuestra experiencia · Reflexiones

Nuestra experiencia con la tele

television y ninos

Nunca me ha gustado la idea de los bebés o niños pequeños mirando la televisión, sinceramente. Ya antes de ser mamá era algo que no me gustaba… No cambié de opinión con la maternidad. Así como hay muchas cosas en las que ser madre me cambió y me acabé comiendo mis palabras con patatas (lactancia materna prolongada, colecho, preescolar, etc.) con esto mi opinión se ha mantenido firme: tele no.

Sobre este tema hay un montón de posts y artículos escritos. Recuerdo especialmente este de Pequefelicidad, yo estaba muy de acuerdo especialmente con el primer motivo que daba para evitarla: todo aquello que el bebé o niño pequeño no hacía mientras estaba viendo la tele…

Con este post no pretendo repetir lo que ya se ha dicho, simplemente quería compartir mi punto de vista y las razones que me acabaron de convencer para eliminar la tele en la medida de lo posible… hasta hace unas semanas…

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Creo que la razón principal por la que no me gusta que Antek vea la tele es por el efecto que tiene en mí. Me quedo hipnotizada y no puedo tener una conversación con alguien si en la misma habitación hay una televisión encendida. Me convierto en un zombie entonces. Me pone nerviosa que tenga este efecto en mí y por lo tanto intento no tenerla encendida sino apagada siempre que no la estoy viendo (y no la veo mucho).

Por otra parte, creo que la gente es más importante que las personas y a menudo tengo la impresión de que en algunas familias la televisión es más importante y todo sucede alrededor de esta… Esto no me gusta nada. No me gusta cuando alguien no me deja hablar por culpa de la tele… No lo soporto… Así que se puede decir que en cierta manera una de las razones por las que le tengo esa manía a la tele es porque me molesta que a veces la gente le dé más importancia a ella que a mí (he pasado, como todos imagino, por esas típicas situaciones donde quieres decirle algo a alguien que ve la tele y te hace callar… Y sí, yo también he hecho callar a alguien en alguna ocasión -en la época en la que no podías darle hacia atrás o poner en pausa y simplemente te quedabas sin saber lo que habían dicho… Pero no ahora, que lo puedo poner en pausa y ya está).

Supongo que otra de las razones por las que le tengo tanta manía es porque tuve unas amigas con las que, cuando quedábamos, la tele estaba constantemente encendida y a veces no hacíamos otra cosa… A mí me desquiciaba eso, yo quería salir, pasear, quizá incluso ir al cine… Cualquier cosa, excepto estar viendo la tele en casa…

Vamos, que creo que hay mucho personal en las razones por las que yo prefiero que Antek no vea la tele… Mi relación con la tele no es maravillosa y por eso de alguna forma intento «protegerlo» a él de la ella también…

ninos y tele

Más tarde, cuando tuve a Antek, llegó a mis manos Educar en el asombro. Para ese entonces, yo ya estaba convencida de que no quería que Antek viese la televisión. No es que el libro me convenciese de algo que hasta el momento no compartía… El libro simplemente me dio más razones.

El problema que señala la autora del libro es que muchos programas que en teoría están dirigidos a los más pequeños, tienen cambios de escena muy rápidos. Los bebés tienen otro tempo, uno mucho más lento, y por lo tanto cuando los acostumbramos a uno que es más rápido del que debería ser, podemos provocar que se acostumbren a este otro más rápido en una edad en la que todo debería ir mucho más despacio (por esa razón nunca tienen prisa, pueden pararse horas a observar las hormigas o una flor, etc.) La consecuencia que puede tener el hecho de que se acostumbren a una edad temprana a un ritmo rápido puede ser que más tarde sean más impacientes, acostumbrados a un ritmo que no era real (en la vida real las cosas no suceden a tanta velocidad como en la tele, obviamente) en un momento de su vida en el que no podían entenderlo.

Catherine L’Ecuyer explica en su libro que en un estudio norteamericano en el que analizaron 59 DVD supuestamente educativos dirigidos a niños de menos de 3 años, «identificaron una media de 7,5 cambios abruptos de escena por minuto, lo que sería materialmente imposible observar en la vida de un niño sin el factor pantalla.» ¿Cómo no se van a aburrir o a impacientarse luego los niños cuando se ven en el ritmo del mundo real?

Las pantallas estridentes turban el único aprendizaje sostenible que existe en el niño: el de descubrir por sí mismo y a su ritmo el mundo por primera vez o de nuevo.» Catherine L’Ecuyer, Educar en el asombro.

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Además, también explica que es perjudicial tener la televisión siempre encendida, porque entonces no podemos concentrarnos en la tarea que estemos haciendo, teniendo que tener siempre la atención dividida saltando de una a otra (esto también lo he aprendido en un curso que estoy haciendo de Mindfulness). Es decir, que cuando «intentamos» hacer varias cosas al mismo tiempo en realidad no podemos concentrarnos y hacerlas bien, sino que estamos haciendo varias tareas a medias… Si encima nos acostumbramos a funcionar así a una edad muy temprana, lo más probable es que luego, de mayores, no seamos capaces de estar en silencio o de hacer una única tarea (en la que sepamos concentrarnos) sin estar haciendo otras al mismo tiempo (de ahí la gente que necesita tener la tele encendida, o música, o el ordenador, o solo el ordenador pero con varias ventanas…) Nos hemos acostumbrado al multitasking (hacer varias cosas a la vez) hasta tal punto que parece que no somos capaces de hacer una sola tarea sin estar haciendo o, como mínimo, pensando en mil más

«Algunos estudios han demostrado que la televisión puesta de forma continua en una sala puede interrumpir el juego de los niños que se encuentran allí entretenidos con sus juguetes, o influir negativamente en la calidad de la interacción de los padres con sus hijos. (…) Por ello se recomienda empezar a rodear al niño de espacios de silencio desde pequeño.» Catherine L’Ecuyer, Educar en el asombro.

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De todos modos, como yo soy solo su madre y Antek también tiene un padre, y uno con una «educación televisiva» muy diferente de la mía, la relación de Antek con la tele no siempre ha sido como a mí me habría gustado. Quizá si me sigues desde hace tiempo recuerdes este post, en el que comentaba cómo veía un poco la tele con Tata y yo me callaba para evitar discusiones innecesarias…

Bueno, pues llegó un momento en el que me di cuenta de que me creaba mucha ansiedad que Antek viese tanta tele, porque tenía la impresión de que cada vez veía más, así que se lo dije así a Tata, le expliqué cómo me sentía cuando Antek veía la tele, le comenté más o menos lo que acabo de comentar aquí, le leí algunos fragmentos de Educar en el asombro, y cuando por fin conseguí que me entendiera, decidimos una vez más cortar por lo sano y no volver a ponerle nada de televisión (que es muchísimo más fácil que ponerle una poca) y también que Tata no la pondría para él tampoco (que era algo que sí hacía antes, cuando Antek era pequeño, y que a mí también me producía bastante ansiedad…)

Durante varios meses, Antek estuvo sin ver absolutamente nada de televisión, hasta que viajamos a casa de la familia de Tata, donde la tele está encendida las 24 horas como sonido de fondo, y cuando regresamos a nuestra casa volvía a querer verla… Nos pedía vídeos de YouTube y otra vez lo tuvimos viendo la tele en casa… Esto duró más o menos hasta que yo otra vez no pude soportarlo más y volvimos a intentar cortarlo, aunque esta vez fui yo quien acabó poniéndosela cuando, meses más tarde, empezó a dejar la siesta y yo era incapaz de aguantar todo el día sin unos minutos de descanso, de desconexión… Hice todo lo posible por ponerle vídeos de calidad, pero se los puse porque una mamá de mal humor y gritona me parecía más perjudicial que unos minutos de tele

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Cuando volvimos a casa de la familia de Tata, casi un año después, volvió a pasar lo mismo, esta vez con el añadido de que Antek por primera vez vio dos películas de dibujos animados de principio a fin: Frozen y Enredados. Yo no me lo podía creer. Estaba convencida de que no aguantaría (nunca había aguantado un capítulo de una serie, ¿quién iba a imaginar que iba a aguantar una peli?) y la verdad es que me espantó un poco que aguantase… por un lado sentí miedo… por otro me sentí acongojada… Mi pequeño había sido capaz de seguir el hilo de una peli… Mi pequeño ya no era tan pequeño…

Podo después de esa visita, visitamos a os Avós en España, allí casi no hubo tele, hasta que yo empecé a tener una vez más algunos problemas de gestión y para evitar gritos innecesarios se la puse… Esta vez fue la Patrulla Canina, que vio un capítulo por casualidad un día que encendimos la tele y justo la estaban poniendo… Luego quería verla seguido y no entendía que la tele de os Avós no funcionaba como la nuestra (YouTube) que puedes volver a poner los vídeos una y otra vez… Menudo lío se montó…

El caso es que desde que regresamos de casa de os Avós no quiere hacer otra cosa, solo quiere ver la Patrulla canina una y otra vez, y a mí me pone muy nerviosa esto, por todo lo que ya he contado… No obstante, me di cuenta de que prohibírsela podía crear el efecto contrario y que, por lo tanto, la tele lo atrajese más y más, cada día más… Probé a explicarle que no podía ver tanta porque eso me generaba angustia, que no podía permitir que pasase tanto tiempo delante de la tele, que podía ver tres capítulos al día pero no más… Nada funcionaba…

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Así que busqué ayuda… Y me encontré con este y este artículo de Yvonne Laborda… Y la verdad es que me ha ayudado bastante ver esta perspectiva, que no había visto hasta ahora… Y aquí estoy, probando a dejar que aprenda él a gestionar su tiempo delante de la tele, pero por supuesto sin cesar en mis intentos de alejarlo de ella. Eso sí, con propuestas, actividades, juegos, presencia… Sin limitarme a prohibir aquello que, sea por lo que sea, tanto desea… Pero sin cruzarme de brazos y esperar a que la deje sin más. Y así estamos ahora mismo, que si me separo de él unos segundos ya me pide que se la encienda… Con mucha paciencia, intentando hacer con la tele aquello que siempre he intentado hacer con la comida no sana: no ofrecer, pero… no negar.

 

¿Quién ganará?

TELE – 1 : ACTIVIDADES – 0 😦

 

TELE – 1 : ACTIVIDADES Y JUEGOS – 1 🙂

 

TELE – 1 : ACTIVIDADES – 2 🙂

 

TELE – 1 : ACTIVIDADES – 3 🙂

 

TELE – 1 : ACTIVIDADES – 4 🙂

8 comentarios sobre “Nuestra experiencia con la tele

  1. Cómo te entiendo! A mi me pasa y pasó lo mismo. Yo en casa he conseguido, que no se encienda la tele, pero durante el día a mi hija la cuidan sus abuelos y allí la tele es 24 / 7. Todavía es pequeña y no suele pedir televisión por ella misma. Por lo que espero estar a tiempo para revertir la situación en cuanto entre a la guarde y no vea más televisión.
    Sobre todo me preocupa que los adultos no sean capaces de darse cuenta de lo que tú misma dices, cuando uno está viendo televisión no está atento a otras cosas y se pierde de mucho. Además de que el contenido de la televisión no es para niños, ni siquiera el contenido para niños.
    Leeré las entradas de Yvonne.
    Un abrazo fuerte!

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  2. Bufff, en casa de mis padres la tv estaba (y está) encendida siempre. Yo soy muy de tv aunque cada vez hacen menos cosas que me gusten. reconozco que no se la he negado. De hecho hubo una época que era el único modo de que se comiera la fruta. Se la pongo siempre como último recurso pero llevo unas semanas abusando. Este calor horrible sumado al cansancio del primer trimestre de embarazo hacen de mí poco más que una seta y soy incapaz de seguir su enérgico ritmo así que pocoyo, los teletubbies y la patrulla canina nos acompañan. En cuanto recupero fuerzas o hay alguien más que pueda jugar con él la quito. Espero poder quitarla gradualmente…

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    1. Yo escuché en un curso de Mindfullness que hice que no se debería comer viendo la tele porque la parte del cerebro que presta atención a la tele es la misma que nos dice si estamos llenos o no. No tengo ni idea de si esto es cierto o no, pero me tuvo sentido porque a mí sí me ha pasado de ponerme a comer algo mientras veo la tele y de repente darme cuenta de que estaba llena a explotar… Así que reconozco que darle de comer a Antek delante de la tele me da cague desde entonces, jejeje. De hecho hoy se ha empeñado en comer el postre (fruta) mientras veía a Pepa y ha llegado un momento en que he sido yo quien le ha dicho «más no» porque no sabía si comía por hambre o por eso… (es que se había comido un montón de fresas y nos tomamos entre los dos tres paraguayos, o sea que él se tomaría uno y medio o dos… y eso era el postre!)

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  3. Antes de que naciera mi hijo decía que NO iba a ponerle la tele ya que con la cantidad de cosas que puede hacer un niño y la mala calidad de la mayoría de programación me parecía una pérdida de tiempo. En mi familia se ha visto poca televisión y desde luego nunca como sonido de fondo. Sin embargo, cuando me he visto sola durante horas con un bebé que no me deja a sol ni a sombra, más ahora que gatea cual rayo y se agarra a todo lo que ve para ponerse de pie, reconozco que he recurrido alguna vez a capítulos de Pepa Pigg. No me gusta especialmente pero he dejado de flagelarme con ello, y viéndola ahora como una alternativa de la que no abusar. He leído los artículos de Yvonne Laborda y coincido totalmente con su enfoque. Un abrazo!

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    1. Es que el problema es que vivimos en una época en la que se hace en soledad una tarea que debería de hacerse en «sociedad», en «tribu»… Si tuviésemos una tribu, una persona haría esas cosas (o varias) mientras una persona (o varias) miraba a los peques… Pero al no contar con eso, a veces echamos mano de la tele por pura desesperación… Yo a Antek lo que hacía cuando era tan pequeñito, en lugar de ponerle dibujos, era ponerle vídeos: suyos y de su primo. De esa manera evitaba los dibujos, que me daban un poco de mal rollo por lo que había leído en Educar en el asombro, y al mismo tiempo no permitía que se olvidase de su querido primo. Bueno, y lo de verse a sí mismo en los vídeos es que le chifla… jejeje. Un abrazo!

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  4. ¡Uff cómo me ha removido esta entrada!
    Respecto a la tele en casa no hay problema, un día sin decir nada la quité y la guardé en el trastero, casi dos años estuvo ahí guardada y nadie se quejó. Yo no veía nunca tele, mi marido el fútbol (pero entendió que la causa merecía la pena), la mayor decía que yo era muy rara pero con su móvil tenía bastante, los tres pequeños veían poquísimo y no costó nada eliminarla. Cuando el hábito de vivir como si la tele no existiera se instaló la volví a poner, ahora solo se pone en ocasiones muy puntuales, apenas nada.
    No creas que por eso tengo el problema solucionado, el problema aquí no es la tela pero me preocupa la mayor con el móvil. He visto algunos vídeos de Ivonne sobre las nuevas tecnologías y leído esos artículos que nos mencionas y estoy de acuerdo en muchas cosas pero la mayor sigue «enganchada»,. Yo que también creo en la autorregulación espero a que llegue el momento pero no llega sólo y yo por mi parte no quiero intervenir. Tan solo se lo retiro a la hora de ir a dormir para que no lo use en la cama y le den las tantas, al instituto tampoco lo lleva. Cada día le recuerdo que tiene que empezar a gestionar un poco mejor el tiempo de móvil, me dice que sí pero seguimos igual. Así que estoy como tú, esperando.
    Un abrazo

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    1. La verdad es que ahora Antek ya gestiona mejor la tele, desde que escribí este post (que no ha pasado mucho tiempo). Hay días que no quiere verla prácticamente, a penas un capítulo de alguna serie de dibujos y luego solo quiere jugar. Principalmente quiere verla cuando estamos mucho tiempo en casa y yo tengo que hacer algo (como cocinar, o lavar los platos o algo en lo que él no puede o ya no quiere participar… y digo ya no quiere porque antes sí cocinaba, por ejemplo).
      Yo, además de esperar, le pregunté varias veces por qué le gustaba tanto la tele o por qué la veía… En una ocasión me dijo que la veía «porque yo estaba nerviosa», lo cual me entristeció bastante. Hubo unos días en que se la puse yo misma porque me puse muy nerviosa, de esto que sentía que iba a explotar y la tele me pareció como «un mal menor» en aquel momento, mucho mejor que una mamá que de repente empezara a gritar… No he vuelto a hacerlo, fueron solo unos días malos que tuve, pero me temo que aquel acto tuvo sus consecuencias…
      Por otra parte, como me duele que vea la tele, lo que hago siempre que la ve en momentos en que yo no tengo que hacer nada, le propongo cosas y normalmente las acepta, apaga y se pone a jugar conmigo. Si lo que yo le propongo no le gusta, lo que hace muchas veces es que él mismo me propone algo… Me alegro de que al menos ya no veo en él esa ansiedad que veía antes, ya sabe que si la quiere ver se la enciendo y gracias a eso ya no le cuesta apagarla 🙂
      Un abrazo

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